Bajó la cabeza, y se vio en mil pedazos. Era ella la misma que aparecía en cada uno de esos pequeños y picudos trozos de cristal del suelo. Se agachó e intento recomponerlo, pero se cortó. Lo intentó de nuevo, y sus lagrimas lo impidieron, y una vez más lo volvió a intentar y un cristal faltó para que ella pusiese volver a amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario