lunes, 12 de marzo de 2012

Azúcar más agua.

Enciende la luz para que veas mis defectos, si no la apagas, para mi eres perfecto.


J.R.B.

sábado, 10 de marzo de 2012

¿ Y como harás por la noche ?

No querer algo y terminar haciéndolo.

Prefirió mirarlo desde fuera. No quiso preguntarle su nombre, ni cuantos años tenía. Prefería mirarlo desde el mismo cristal que los separaba todos los días, sin saber nada el uno del otro. Se querían, quizás se amaban, pero solo de cruzarse en la calle, o en el tren, no había nada más entre ellos solo, amor y miradas. Ella prefería contemplarlo todos los días sentada desde su sillón de piel, mientras leía el País. Todas las mañanas mientras desayunaba mirando por la ventana, con la televisión encendida. Millones de muertes, accidentes de tráfico, gripes... pero para ella no había nada ni nadie más importante que el chico de la ventana. Un chico alto, con el pelo castaño y los ojos marrones claros. Vivían tan solo a tres pasos, pero ella lo quería desde su ventana. Un día en el tren se sentó a su lado, y ella se levantó y se bajó en la primera parada que hizo el tren, no quería saber nada de él. Solo quería mirarlo desde la ventana. Lo amaba, pero prefería quererlo desde lejos, sabía que lo de ellos nunca llegaría a nada, a nada más que el cortejo que llevaban acabo desde sus pisos. Cada uno por su lado pero amándose en silencio. El siempre intentaba acercarse a ella, entablar una conversación, pero ella huía despavorida, no quería. El día de su cumpleaños, le llego una carta en su interior había un mensaje que le encantó pues nada más terminar de leerla corrió hacia la ventana. Y allí estaba él con una tarta de cumpleaños. Cogió su abrigo, cruzó la calle, subió todos los escalones necesarios para llegar a segundo piso toco en la puerta, y nada más abrir la puerta, lo besó.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Missu no es Mivi, ojalá Mivi fuese Missu.

- He vuelto- dije cuando entré por la puerta.
Nadie contestaba, pero supe que no estaba sola, en mi casa de Missu, nunca lo he estado. Cerré la puerta despacito, y de pronto un olor a café me avisaba de que mamá, de que mi mamá de Missu, me espera en la mesa de la cocina, con el café de por la tarde. Es un café tan especial... es igual que el de Mivi, tan bueno, y tan ... tan como mamá lo sabe hacer. Dejé las cosas en el pasillo y fui con paso ligero a abrazarla, y no me equivocaba, no, allí estaba con su sonrisa.
- Ya has vuelto hija.
Sin soltarme ni un segundo me tocaba el pelo, me besaba, reíamos, hablábamos. Me miraba tan fijamente que dudaba de si era ella o era la mamá de Mivi, aunque al fin y al cabo para mi son iguales. Ya habían pasado dos horas, después de mi llegada y tan cansada como de costumbre al volver, recogí las cosas del pasillo y subí las escaleras agotada, con desgana. Después de una eterna subida llegué por fin a mi habitación y cómo no, él seguía en mi escritorio, Glu, mi pez de colores, tan bonito como siempre, parecía alegrarse de mi llegada, y al abrir las ventanas vi a Pichí a lo lejos. En Missu es todo tan especial, que me gustaría vivir para siempre allí.
Tras una larga siesta con mami, me levante con ganas de leer, de leer uno de mis libros. Me puse de camino al jardín, y entre mis piernas sentí como una cabeza grande y peluda me impedía el paso, era Rolo. Hasta que no pasé con el un buen rato no paró. Llegué por fin a mi pequeña, pero acogedora terraza de jardín donde el sol despidiéndose, me obligaba a encender la luz. Abrí con cuidado la tapa de mi libro, del que yo había escrito y que ahora me iba a poner a leer como de costumbre, como he hecho con todos los demás. Con la vista ya cansada, después de un par de páginas, decidí cerrar el libro y entrar en casa, en mi casa de Missu, que es muy parecida a la casa de Mivi, solo que con algunos cambios. Nada más abrir la puerta me encontré con papá, que me abrazó tan fuerte que me levanto del suelo, me dio un beso y con una sonrisa me preguntaba que que tal el viaje y que tal todo. Empecé a hablar sobre mi vida en Francia, en lo que tanto me gustaba sentarme en uno de esos bancos que tengo enfrente de casa con mi libreta de escribir y apuntar todo lo que se me viene a la cabeza. Papá sorprendido por todo lo que yo contaba, me prometió hablar con mamá para irse un par de días para allá a conocer mi lugar de trabajo. Y mamá cómo no, le contesto que por supuesto que querían conocer Francia, mi Francia.
Porque en Missu todo es posible.