jueves, 12 de julio de 2012

Los pequeños detalles ...

El otro día mientras daba uno de mis paseos matutinos, me encontré con un anciano en el banco del parque. Un señor quizás un poco recio a hablar con desconocidos, pero a mi me llamaba la atención. Podría estar hablando con los demás mayores en la puerta de la iglesia, pero no, él se había apartado y como agotado se sentó en el banco. Lo observe durante varios minutos, incluso llegué a pasar por allí más días. Nunca lo vi hablando con nadie, siempre tan bien sentado en el banco, observando el paso del tiempo, de la gente, quizás de la vida. Un día dispuesta a entablar una conversación con él me senté a su lado y casi como si formase parte de mi, lo miré y el me ignoró. Pensé quizás que era sordo, o mudo, o las dos cosas. Pero no, el no era nada de eso. Le di vueltas y vueltas, alomejor era que yo no le gustaba, o que era un viejo cascarrabias, pero no quise ponerle etiquetas, y tras varios minutos de silencio, él tosió. Pensé que era una buena oportunidad para comenzar una frase, o que me quería echar y no sabía como, así que me levanté y me fui en silencio. Tras andar unos pasos el viejo me gritó - Joven, ... Yo ilusionada lo miré fugazmente y él continuó -... se ha dejado usted aquí la chaqueta. Todas las esperanzas se me vinieron a bajo, y yo caminé hacia el banco y cogí mi chaqueta. El señor sacó de su bolsillo, un reloj y mirándome directamente a la mano sin mover ni siquiera un musculo me la cogió y me lo puso diciendo: -Últimamente andas un poco despistada, tanto que no sabes ni que hora es, ni siquiera sabes que vas a llegar tarde, y que aquel chico de la camiseta azul, lleva una semana entera mirándote, ni que la señora que va con él es su madre, y que tiene pensado pedirte una cita para esta noche, ni que no te va a dar tiempo de arreglarte... me gustaría seguir hablando contigo pero adelantate a todos esos acontecimientos y ponte guapa, lo mejor que tengas.. Después de una semana, yendo al parque no me había dado cuenta de todos esos detalles. Pero él, él si que lo había hecho. No sabía que responderle, me había quedado atónita mirándolo. + Y usted, ¿cómo sabe todo eso?. - No importa lo que yo se, corre prepárate no pierdas esta oportunidad, ni ninguna, vive cada día como si lo supieses todo de todos, sin consecuencias, sin amarres, se libre, pero siempre disfruta de cada momento. Y el anciano se levantó y se marchó sin decir nada más. Volví varios días para intentar buscarle una explicación a sus palabras y porque me las había dedicado a mi, pero permanecía en silencio observando, fijándose en los pequeño detalles.